miércoles, 25 de mayo de 2011

Que nadie la toque

Entre sonetos y violines
Os entregasteis al alba
Ahora bajo llave
la tendrías encarcelada
En su cuerpo aún hay heridas
Y su alma lastimada.

Frases tiernas y mentiras
al oído le susurrabas
Pataletas y palizas
cuando otro la miraba
Yo no he hecho nada. Decía…
Y otro golpe la acallaba
Y es que hasta celos sentías
cuando el viento la rozaba.

Pero aquí esta su madre
socorriéndola de tus garras
Fuerte como un roble
sin doblegarme ante nada
Salvaré a mi querida niña
de tus soberbias bravatas.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Por tres minutos de nada...


Me encontraba yo en una casa de fotografías. Esperaba que me llegase el turno, cuando de pronto entró una mujer de unos sesenta años y otro muchacho detrás.
—¿El último? —Preguntó la mujer.
—Soy yo señora.
—Gracias. —Me contestó.
El fotógrafo estaba recortando las fotos de quien me había dado la vez, el siguiente era yo. Entonces se me ocurrió pensar que si le preguntaba a la señora a quien le tocaba el turno si a ella o a mi, me diría que a ella, casi estaba seguro de su respuesta, así que ni corto ni perezoso le formulé la pregunta para no quedarme con la duda.
—Señora ¿ahora va usted o yo?
—Yo, hijo yo —Me dijo.
Entonces con ganas de cachondeo le dije.
—No, no, me toca a mi, ahora que me acuerdo, usted cuando entró preguntó quien era el último y yo le contesté que yo.
—Niño es que yo vine antes y pedí turno para esta hora —La mujer con tal de pasar delante se inventaba lo que fuese.
—Ah claro como cuando va a la peluquería que pide hora ¿Verdad señora? — Le dije yo tranquilamente y sonriendo.
De pronto la mujer se lleva las manos a la cabeza y dice alterada ¡¡La peluquería a saber que pelos llevo!! Corriendo se dirige a un espejo que hay colgado en la pared, justo se encuentra al lado de un pequeño banquito que hay para hacerse las fotos, se observa el cabello y se lo acicala apresuradamente, y aventajándose a mi se sienta dispuesta a que la fotografíen. Yo no podía aguantar la risa al ver el morro que tenía la señora y decido sentarme a su lado, entonces me mira enojada y me dice.
—¡¡Pero joven que haces sentado a mi lado!! No ves que van a echarme la foto.
—Señora es que yo estaba primero, pero no importa, que nos hagan la foto juntos.
La mujer toda enfada se levanta y empieza a decir que menuda juventud que no tenemos respeto por nada ni por nadie. Mientras yo seguía muerto de risa para mis adentros al ver la reacción de la mujer. Al igual que el fotógrafo que por ser su negocio se mantuvo al margen. Sin embargo otro chico que había presenciado toda la escena no se pudo callar y le contestó que la juventud no teníamos poca vergüenza que era ella la que había pretendido colarse con toda su cara.
—Pues claro, es que yo aún tengo que comprar, hacer la comida y poner lavadoras y vosotros no tenéis nada que hacer. —Contesto la mujer a gritos.
—Señora es que nosotros nos administramos el tiempo, eso sí, sin robárselo a los demás. —Replico el muchacho.
—Bueno…bueno… ya vale que menudas ganas de barullo tenéis, como se nota que no tenéis otra cosa mejor que hacer.
Por educación el chico guardo silencio y yo también. Entretanto el fotógrafo me sacó las fotos. No quise liarla más, pero me dieron ganas de decirle a la mujer. —¿Señora cree que he salido bien o me las repiten?

martes, 31 de agosto de 2010

De testigo la luna


Deja que te ame, deja que te sienta, solo lo sabremos tú, yo y las estrellas.

No tengas miedo cariño, tan solo piensa…que los besos, abrazos y todo lo que acontezca esta noche, no será presenciado por la luna de mañana.

A no ser que tú quieras.

jueves, 5 de agosto de 2010

El mejor de los regalos




Hoy me apetecía escribir, pero que difícil es hacerlo cuando te viene una idea a la mente y eres incapaz de poner tres palabras seguidas.
Quería escribir un cuento que hablara sobre una piedra preciosa, cuando digo preciosa me refiero a una piedra de valor, y cuando digo valor no me refiero a la cantidad de dinero que se pueda pagar por ella, sino al valor que tenga para ti.
De momento voy a dejarlo aquí porqué es la una y cuarto de la madrugada y mañana tengo que madrugar. Quizá está noche sueñe algo y pueda plasmarlo sobre el papel.

LA PIEDRA

Había una vez una muchachita llamada Luna era bonita y bastante menuda para su edad, tenía el cabello castaño claro y los ojos color miel, su cara estaba cubierta por pequeñas pecas dispersas, sobre todo en los mofletes, ver su linda carita era como alzar la mirada y ver el cielo salpicado por las estrellas. Su afición favorita era pasear por la orilla de la playa en la costa mediterránea. Seguramente debido a su timidez siempre se encontraba sola, era una cría bastante indecisa y sobre todo no creía en ella misma, lo cual no quiere decir que no fuese feliz, incluso estaba más mimada de lo normal debido a su cobardía.

Un día al atardecer paseaba por la orilla de la playa a la par que chapoteaba y daba saltitos en la orilla. Ya cansada se sentó y empezó a hacer con el dedo índice dibujitos sobre la arena mojada, dibujo un barco y esperó a que viniese una ola y lo borrará, luego un patito con el pico muy largo y acto seguido dibujo un círculo e hizo dos pequeños hoyuelos dentro de éste, uno a la derecha y otro a la izquierda, y una raya en medio de lo que parecían dos ojos, poco a poco iba tomando la forma de una cara, estaba ensimismada pensando si la boca se la hacía sonriendo o triste, cuando de pronto esa cara fue tomando relieve , cada segundo que pasaba se hacia más grande hasta tomar el aspecto y las dimensiones de un humano. Luna alucinaba, no era capaz de reaccionar pero no sentía miedo.

El hombre de arena empezó a hablarle. La niña lo observaba cabizbaja mientras lo escuchaba, intentaba verle la cara pero se la veía como borrosa y su voz le era totalmente desconocida.

El hombre empezó diciéndole que le iba a regalar una piedra que había encontrado en las tierras de Giza, justo al lado de la gran pirámide. Le hizo saber que era como un talismán y que tenía forma de medio coco. Le explicó que tenía que ser una piedra secreta y que nadie más en el mundo lo debía de saber, más que nada porque era una buena forma de saber mantener secretos. Entonces le explicó que mientras ella pensara que la piedra tenía poderes mágicos, ésta los tendría, le podría conceder cualquier cosa que ella creyera importante en su vida, también le dijo que cuando tuviera dudas que cerrara los ojos y le formulara la pregunta a la piedra y una voz interior le resolvería las incertidumbres.

Mientras el hombre de arena con cara borrosa y voz desconocida se esfumaba por arte de magia al igual que había aparecido Luna empezaba a sonreír. Pensaba que era muy afortunada porqué entre todas las niñas del mundo era la única en poseer tal tesoro, lo que no terminaba de explicarse es porqué había sido ella la elegida…

A partir de ese día fue teniendo confianza en ella misma, tan solo el saber que poseía la piedra mágica la hacía sentir segura. Al principio cualquier decisión que debía tomar se lo preguntaba a la piedra y una voz interior le contestaba, pero a medida que fue creciendo comprendió que la voz interior era ella y ella era la que se daba la respuesta. También aprendió que la fe mueve montañas y cuando alguien se propone algo en la vida es capaz de conseguirlo si pone el suficiente empeño.

Jamás, por muchos años que pasen podrá olvidar al hombre de arena que le hizo tan valioso regalo, siempre lo tendrá presente en esa parte del cerebro que llamamos “rinconcito”.







jueves, 22 de julio de 2010

Palabras


Palabras…

Lástima de las que no dicen nada.
¡Pero Dios…! Las que dicen...
Como abrigan la soledad
y dan calor al alma.
Palabras que hacen sentir
que despiertan emociones
y rescatan sonrisas.

Lástima de las que no dicen nada.
¡Pero Dios…! las que dicen…
Como alimentan el ego
y sientes como te abrazan.
Palabras que te envuelven
que te acarician
y te tienen atrapada.

Lástima de las que no dicen nada.
¡Pero Dios…! las que dicen…
¿Palabras? No, más que palabras.

jueves, 3 de junio de 2010

Menuda noche de perros


Anoche me acosté relativamente pronto. Hacía un calor insoportable si me destapaba estaba incómoda, si me cubría tenía calor. Empecé a dar vueltas como casi todas la noches, hasta encontrar la posición correcta, cuando en realidad ya sé cual es la posición que necesito para conciliar el sueño, pero me da igual saberlo, necesito dar mil vueltas en la cama, sé que al final quedaré boca bajo con una de las piernas flexionada formando un ángulo y la cabeza ladeada, pero si me pongo así desde el principio me falta algo. No sé que hora sería, cuando caí en los brazos de Morfeo, pero seguramente muy tarde, hubiera mirado la hora pero estoy segura que si empiezo a palpar la mesilla en busca del reloj lo mas seguro es que hubiera ido a parar al suelo, como me ha ocurrido algunas veces; la tapa del despertador por un lado, las pilas por otro, en fin…un desastre, menos mal que es un “Casio” si no ya estaría roto, recuerdo que cuando lo compre me pidieron un dineral, unos diez euros me costo, me pareció muy caro para el servicio que me iba a dar, no es agradable que un aparato te despierte por las mañanas, aunque a decir verdad prefiero que me despabile una alarma que el taconeo de una vecina, al menos es a la hora que tenía prevista levantarme.


Empecé a oír pasos provenían del piso superior al mío, esta vez si miré el reloj, eran las seis de la mañana.Mi vecina con sus tacones de quince centímetros parecía estar haciendo un paseíllo… recorriendo la habitación ─jolin que ya sé que tienes zapatos nuevos, deja de pasear, pensé.─ Mi marido también se despertó con el taconeo, se levantó, para arreglarse e irse a trabajar, mientras la vecina seguía y seguía deambulando por la habitación. Histérica perdida le vocee a mi marido ─Cariiiiiiiiiiiiiii ¿me puedes traer un tazón de leche?─ la vecina al oír mi bramido, se dio por aludida y dejó de molestar. Entretanto desayunaba en la cama recordé que cierta vez leí que nadie alcanzaba a chuparse el codo, no se porqué me vino esa idea a la mente, el caso es que terminé de beber la leche dejé la taza vacía sobre el posavasos, me cogí el antebrazo derecho con la mano izquierda e intenté alcanzar el codo con la boca, ladeé la cabeza, el cuello, saqué la lengua al máximo a ver si lograba llegar al codo, pero nada no hubo forma, me di por vencida y me volví a recostar, empecé a relajar mentalmente cada parte de mi cuerpo intentando al finalizar dejar la mente en blanco. Pero de pronto, oí la ducha del piso de arriba, está vez era el hijo, de normal no suele importunarme ese ruido, suelo confundir el chapoteo de la ducha con la lluvia y me gusta, pero está vez no lo confundí, estaba demasiado despejada para confundirlo, tan solo quería y necesita silencio. ─ jo, quería morirme ─ Busqué en los cajones de la mesilla los tapones de los oídos y solo encontré uno, empecé a sacar la ropa interior, rebusqué y rebusqué el tapón, pero no apareció, decidí cubrirme la cabeza con la almohada, para no escuchar nada. Al final enfurecida me levanté de la cama y me dí por vencida.

Gracias a Dios no es siempre así. Menuda noche de perros.

martes, 25 de mayo de 2010

Para Ti


Lo sientes cerca…
estando lejos
Lo sientes tuyo…
aún sin serlo.

Te precipitaste…
sin tu quererlo.
El amor te llegó…
en mal momento.

Ahora lloras…
el desencuentro.
Tranquila amiga…
que avance el tiempo.

Tu corazón roto…
algún buen día
se recompondrá…
volverá a estar entero.

Querida amiga con toda mi alma es lo que yo te deseo.

Te quiero un abrazo.